Los eventos en Dill Pickle Food Co-op en Chicago ilustran lo que los trabajadores describen como un patrón de mala gestión por parte de la gerente general, I’Talia McCarthy.
En marzo, dos delegados sindicales —individuos elegidos por los trabajadores para tratar con la gerencia— renunciaron en respuesta a la política relajada de seguridad por el COVID-19 de la tienda, que permite a los clientes comprar sin cubrebocas.
Otro delegado también fue despedido después de que McCarthy lo acusó al delegado y a otro compañero de trabajo de robar toallitas húmedas para bebés. Los trabajadores de Dill Pickle Food Co-op están sindicalizados con los Trabajadores Industriales del Mundo.
“El delegado estaba ayudando a un trabajador con una limpieza que la gerencia se negó a ayudar,” dijo Jessico Dickerson, un trabajador de Dill Pickle y miembro del sindicato. “Iban a usar las toallitas de bebés para limpiar el desorden en el baño. Sin embargo, I’Talia negó que el metraje [de las cámaras de vigilancia] mostró que ese trabajador buscaba ayuda de la gerencia primero y quién le negaba ayudar, todo lo que pasó antes de que acudió al delegado sindical en busca de ayuda.”
Dickerson dice que estos problemas son sintomáticos de un problema mayor: la mala gestión. Se supone que las cooperativas deben administrarse democráticamente, pero según los trabajadores, McCarthy ha declarado explícitamente que no cree en la democracia en el lugar de trabajo.
“La directora general ha declarado en el pasado que no cree en la democracia porque es ineficiente y lleva demasiado tiempo,” dice Dickerson.
“Pero si trabajas en una cooperativa, la democracia es uno de nuestros principales valores, así que creo que esta gerente general se ha convertido efectivamente en un tumor para la cooperativa y la tienda cerrará como resultado de su mala gestión.”
La falta de atención a los principios democráticos también se ha manifestado de otras formas. El gerente general anterior de la tienda realizaba reuniones con todo el personal una vez al mes y reuniones semanales de controles financieros a libro abierto, prácticas que cesaron después de que McCarthy asumió el cargo, dijo Dickerson.
La ausencia de transparencia fiscal es particularmente problemática porque la gerencia ha mencionado repetidamente los problemas financieros como su motivación para recortar el pago adicional para trabajo riesgoso y otros beneficios de los trabajadores.
“En dos ocasiones solicitamos ver los presupuestos fiscales para 2020-2021 y 2021-2022, las ventas actualizadas del año fiscal en curso, los salarios del gerente general y el departamento de recursos humanos, y de todos los demás empleados que reciben pago salarial,” dijo Dickerson.
La gerencia sólo accedería a divulgar esta información a los trabajadores si aceptaran firmar acuerdos de no divulgación, pero sabiendo que podrían necesitar hacer pública la información, los trabajadores rechazaron la oferta.
“Creo que tienen algo que ocultar,” dice Dickerson. “De lo contrario, ¿por qué pedirnos que no divulguemos nuestras finanzas al público?”
A pesar de estos problemas, los trabajadores creen que Dill Pickle Co-op se encuentra en un período de transición y es posible que se produzca un cambio positivo. Elegirán nuevos delegados sindicales dentro del próximo mes, y el contrato sindical se renegociará a finales de este año.
“Hay esperanza en el horizonte,” dice Dickerson. “Pero la gerencia tiene que detener sus tácticas antisindicales o, de lo contrario, Dill Pickle Co-op terminará como su homónimo, Dill Pickle Club [que se quedó en bancarrota], un recuerdo lejano en la historia de Chicagoland.”
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Anteriormente publicado en iwwsolidaridad.org.
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